domingo, 29 de diciembre de 2013

Sanos, Libres e Inteligentes

Durante la última década nos hemos dado cuenta de lo obsoletas que resultan ciertas cosas, métodos médicos, métodos de enseñanza, métodos de gobierno, e incluso la visión que tenemos a cerca del amor y en qué posición queda cada miembro dentro de la pareja y la familia.
Lo cierto es que poco a poco tendemos a dirigirnos hacia la igualdad absoluta, hacia un equilibrio dentro de nuestros propios roles pero todavía hay quien nos dice "¿Tú que sabrás a cerca de esto o aquello? ¡Escúchame a mí!" o "Deja que lo haga yo que tú no sabes" o lo más triste de todo "Depende de mí y todo te será dado".
No hay nada más triste que un médico que se limite a recetar medicamentos pero que no te enseñe a estár sano, un profesor que te enseñe materias pero que no te muestra su uso en un entorno 100% real, un guía espiritual que te aconseja y se cree con el derecho a decirte lo que está bien o mal sin dejarte elegir tu propio destino llegándo a decir que irás al infierno o en el mejor de los casos "Tú sabrás, es tu karma". 
Hay gente que parece más felíz cuando posee el control sobre otros, o simplemente se creen superiores, entonces, si tendemos a la igualdad, ¿por qué sigue existiendo esta actitud? No hay más que ver lo que está ocurriendo hoy en día con la policia española, en lugar de servir al pueblo lo aporrea. Y es que lo más triste es que todo esto está relacionado con la erótica del poder, el que no desea poder desea dinero, pero si empiezan a obtener cantidades ingentes de dinero, poco a poco desearán poder, el poder para atraer a la gente, dominarla, estar por encima y a su vez conseguir más dinero y por supuesto autoestima, creyendose el peldaño más alto de la pirámide.
A nadie le interesa crear escuelas en las que se les enseñe a los niños a pensar, razonar y obrar en consecuencia, prefieren un lugar donde memorizar letras y números. A nadie le interesa que en la escuela se enseñen unos hábitos saludables que muestren la unión del cuerpo y la mente. La única vez que escuché lo de "Men sana y corpore sano" fue en la clase de latín. ¿Qué triste, verdad? No interesa hacer que los niños aprendan a debatir correctamente y a cuestionar todo lo que aprenden, escuchan o ven en la tele o en cualquier otro medio. Lo único que ellos escuchan es "Esto es así porque lo digo yo y tú te callas". ¿No os suena a un cura diciendo que no hagas una libre interpretación de la biblia?
Tenemos que enseñar a los más pequeños a ser libres de palabra, obra y pensamiento desde un punto de vista inteligente y respetuoso con la persona que puede no estar de acuerdo con sus pensamientos e ideales, pero si en nuestra propia casa, en la escuela, en el médico, en la iglesia, o en cualquier otro sitio nos tratan como unos ignorantes poco avanzaremos. 
Recuerdo una frase que decía mi profesor de autoescuela en referencia a abrir el capó del coche y empezar a tocar sin saber, él decía "Si no sabes pa´que tocas". Pero en seguida te explicaba el porqué de esa frase, "Oye mira, es que si del motor está saliendo humo no lo toques porque te pudes quemar". Almenos nos dió la explicación y la solución: "Llama a ayuda en carretera".
Pero a cierto sector de la sociedad no le interesa dar respuestas ni soluciones, prefieren que vivamos todo el tiempo dependiendo de x, y o z. Prefieren atiborrarnos a medicamentos en lugar de decirnos que los pensamientos dominan la química del cerebro y ello nos ayuda a sanar. O, "Págame y te daré la solución a tus problemas", para que luego te digan algo que ya sabías. 
Muchas veces, en mi caso, un libro o una charla con las amigas o con mi madre, me han ayudado más que cualquier profesional. ¿Quien me va a conocer mejor, "el profesional" o mis amigas? Y que conste que no meto a todos los profesionales en el mismo saco. Una vez di con un médico que se quedó media hora hablando conmigo dádome consejos para curarme sin meter en ningún momento un medicamento por medio, o una psicóloga cuyas soluciones iban al grano y no daba rodeos sobre ciertos temas del pasado, o simplemente personas que te quieren ayudar o solo compartir un momento contigo y durante ese tiempo, aunque sea pequeño, sacas en claro una buena enseñanza. 
Nos tienen que enseñar a aprender correctamente, a sobrevivir por nosotros mismos, a ser dueños de nuestra mente, nuestro cuerpo, nuestros pensamientos, a no hacernos adictos a los consejos y opiniones de los demás. En definitiva a saber escucharnos, amarnos, respetarnos, porque cuando aprendamos a hacer esto con nosotros mismos lo haremos también con los demás.

Amrit Nam Kaur

viernes, 27 de diciembre de 2013

El Hombre que obraba bien (Por Amrit Nam Kaur)

Había una vez una persona tan buena, tan buena, tan buena, que estaba empeñada en cambiar el mundo por el bien de la humanidad. Así que un día se lió la manta a la cabeza y salió a la calle para llevar por el buen camino a cualquier persona que no obrara bien.
Se cruzó con un hombre que se estaba tomando una copa en un bar y le convenció de que el alcohol era malo, luego se cruzó con un fumador y le dijo que el tabaco mataba, con unos jóvenes que se estaban comiendo una hamburguesa y les sermoneó sobre lo malo e incorrectamente ético que era comer carne, a una madre que estaba retirando el envoltorio de una piruleta y dándosela a un niño le advirtió que el azúcar era veneno puro. Y así, poco a poco fue convenciendo a todo aquél que se cruzaba con él de lo erróneo de sus vicios, hasta cruzarse con un niño que se encontraba arrancando unas flores en un jardín.
-¡Niño, no arranques flores! ¡No ves que ellas también tienen derecho a vivir!
El niño de repente se tornó pálido y se echó a llorar desconsoladamente.
-¿Pero por qué lloras? ¿Es porque te has dado cuenta de tu mala obra?
-No señor, lloro por usted.
-¿Por mí?
-Sí, porque cuando le diga por qué estoy llorando, usted se va a dar cuenta de que el que ha obrado mal es usted. Así que, como no quiero que se sienta mal no se lo diré.
Y el niño se alejó por un caminito ante la atónita mirada del hombre. Este, muerto de curiosidad, decidió seguir al niño hasta que vio como entraba en un cementerio y se arrodillaba ante una tumba para luego decir.
-Lo siento mucho mamá, sé que te prometí que te traería flores todos los días, pero hoy me he enterado de que esta mal arrancar flores porque ellas también tienen derecho a vivir.
En ese momento, el hombre se dio cuenta de su error. Tan obcecado estaba en que todo el mundo obrara correctamente que olvidó que no todas las cosas son malas, ni siquiera las personas. Empezó a pensar en la madre que le ofreció la piruleta a su hijo, "¿Y si era un premio por portarse bien?". Se acordó del fumador, "Si era su decisión, ¿Quién era yo para decirle nada?" Y del bebedor "¿Y si estaba ahogando sus penas y yo en lugar de preguntarle el por qué hacía eso, le dije que no lo hiciera?
El hombre se fijó en su propio mal, el intentar cambiar a la gente bajo su propio criterio, sus cánones de perfección y sus puntos de vista. Pero, aunque compartamos ideales, no todos somos iguales, y hemos de aceptar al vecino tal y como es, pues en eso se basa la paz, la convivencia y el amor.

Amrit Nam Kaur

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