sábado, 26 de septiembre de 2015

Cuando la pena ahoga

Cuando la pena ahogue, no tengas miedo a llorar, siempre es mejor soltarlo todo que despertarte bañado en sudor por una pesadilla.
La pena a veces es precedida por la ira o el enfado que se va transformando en tristeza al no comprender ciertas cosas que suceden en la vida, a esto se le llama frustración.

Cuando alguien insinúe que no puedes, que eres menos que alguien, que no entiendes, que no has vivido sus experiencia, no te entristezcas. Sí que puedes, nadie es más que nadie y en cuanto a entender una experiencia no vivida a eso se le llama empatía. 

Hay veces que para evitar nuestra propia tristeza, hay que decir no, hay que tirar de amor propio y rechazar ciertas situaciones o personas que no nos ayudan y por el contrario se aprovechan de nosotros o simplemente nos atacan. 

No te entristezcas si no entiendes el comportamiento de una persona contigo, puede que ese día no sea su día y tú realmente no tengas nada que ver a pesar de haberte convertido en el blanco de sus problemas, frustraciones o desengaños. 

Lo mejor para no estar triste, lo he dicho muchísimas veces es nunca esperar nada de nadie, porque siempre estarás a merced de la decepción.

Ya sé que el hecho de no esperar nada de nadie es algo muy triste, pero es una forma de desapego que tenemos que aprender a utilizar muchas veces para que la decepción no pueda con nosotros. 

Puede que pienses que no esperar nada de nadie signifique la soledad. No tiene porqué, simplemente caminarás por la vida con una sensación más relajada a la hora de tratar con las personas. Es como esa frase "El no ya lo tienes". 

Así que no estés triste, pero a la vez permite que la pena fluya hacia fura, no te la guardes, nunca en la vida, no le des pie a que se convierta en una depresión.