El que está en el camino del Tao no refuerza el imperio con las armas. Toda acción provoca reacciones. En el lugar donde acampó el ejército, solo nacieron zarzas y espinos. Después de los grandes ejércitos siempre siguieron años de hambruna. El buen general vence y allí se queda, no se atreve a abusar de su poder. Vence y no se sobrestima. Vence y no se jacta. Vence y no se enorgullece. Vence porque ese es su oficio. Vence pero no busca fama. Todo lo que alcanza su plenitud, comienza a declinar. Esto se llama oponerse al Tao, y quien se opone al Tao muere joven.
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