Este año, como todos sabemos, está
siendo especialmente duro para la escuela pública y para la enseñanza en
general.
Padres que pagan precios desorbitados
por los libros y materiales de sus hijos, precios igualmente altos para pagar
la matrícula de la universidad pública, posgrados, masters, etc, y en esto no
se están quedando a tras las escuelas espirituales.
En mi vida me han hecho pagar un precio
de semejante altura por recibir catequesis, pero si quiero saber qué efecto va
a tener sobre mi cuerpo, mi mente Y MI ESPÍRITU, determinada respiración,
determinada postura, o cierto mantra. . . me dirán: PÁGAME ANTES Y LUEGO TE LO
ENSEÑARÉ.
Cuando yo doy clases de yoga a mis
alumnos, el precio que ellos están pagando es por la sala, y porque yo les esté
guiando en sus ejercicios, les controle el tiempo de los mismos, les dirija una
meditación y les enseñe a cantar mantras. Pero mis clases no se quedan ahí. Yo
LES EXPLICO TODO! O por lo menos lo intento. Les cuento qué es un chakra, que
son las energías prana y apana, qué significa la palabra yoga, qué efectos
tiene un mantra sobre ellos, qué sucederá cuando mediten a largo plazo, qué son
los 10 cuerpos, los nadis, los bandas, el tapa, y un largo etc.
Podréis pensar que yo no estoy
obligada a enseñar estas cosas en una clase de yoga, pero he de decir, que YO
NO SOY UNA INSTRUCTORA, YO SOY UNA PROFESORA, y por eso tengo que hacer
entender a mis alumnos lo que están haciendo.
Ahora, no se a quien se le ha
ocurrido decir que yo no soy una Profesora, si no una instructora. . . Pues
bien, a esa o esas personas, me gustaría decirles, que ni si quiera soy una
Profesora. . . SOY UNA TERAPEUTA. Un instructor o un profesor, no utilizan su
campo energético, su cuerpo, su alma, su espíritu, y sus capacidades curativas
para dar una clase de yoga o taichí.
Yo pretendo sanar a la gente a la
que enseño a través de mis palabras, de mis obras, de mis silencios, de mi
aura, de mi mirada y desde el amor que procede desde lo más profundo de mi
corazón. Y a mí esto me lo han enseñado los maestros que me enseñaron yoga en
centros culturales y en sus humildes salones de yoga, sin cobrarme precios
desorbitados, aportándome en ocasiones mucho más que otros maestros “más
importantes”.
Me he dado cuenta que hay veces que
aprendo mucho más de personas que te
enseñan sin ellas pretenderlo. Dándote consejos, ofreciéndote una sanación, o
simplemente tomándote un té y compartiendo con ellas unas cuantas anécdotas.
He aprendido de gente más mayor que
yo, pero también de gente más pequeña, pues ahora los niños nacen sabiendo, y
me parece alucinante la manera que tienen de compartir su saber, porque están
deseosos de hacerlo.
El saber. . .Hoy en día el saber no
ocupa lugar. . . ¡Pero hay que ver lo que cuesta!
Ahora te cuesta más dinero aprender
que acudir a una terapia, y al paso que vamos, al final tendremos que pagarnos
un terapeuta para superar el trauma que nos ha causado el precio de nuestra
educación.
Seremos pobres, pero cultos. . .
Bueno, pues ahora ni eso, seremos pobres, incultos y tendremos que vivir de los
pocos terapeutas dispuestos a ayudarnos por un precio justo,(no estoy diciendo
ni mucho menos que regalen su trabajo). Terapeutas que NOS ENSEÑEN A VIVIR, A
LUCHAR, A SER NOSOTROS MISMOS, A AYUDARNOS Y A ENSEÑAR A OTROS.
Sueño con un mañana en que todos
lleguemos a darlo todo por nada, porque siempre estaremos surtidos por la
caridad y la hermandad del que tenemos al lado sin esperar nada a cambio,
porque sencillamente estaremos encantados de ofrecer lo que sea a un hermano.
Todavía estamos en ello. Estamos
encaminados hacia ese futuro, pero hasta que no desaparezca la avaricia de la
tierra. . . por favor, QUE ALGUIEN NOS ENSEÑE A ERRADICARLA SIN PAGAR UN DURO.
Amrit Nam Kaur