Visualización es el nombre que desde hace muchos años se le ha dado a un tipo de ejercicio de manejo de las emociones que se basa en l uso de la imaginación. Se trata de provocar ciertas emociones a través del uso de la imaginación para ir programando o entrenando a nuestro cerebro para activar esas respuestas emocionales con más facilidad en el tipo de circunstancias en que más nos convienen.
El principio sobre el que funciona es relativamente simple, sin embargo un ejercicio efectivo requiere de una serie de etapas e instrucciones específicas, de lo contrario no será útil para alcanzar el objetivo de “reprogramar” a la mente. En términos simples, sucede que cuando imaginamos cualquier situación, nuestro cerebro responde a esa imagen mental casi exactamente igual a como si realmente estuviera realmente en la situación imaginada.
Por ejemplo, si una persona le tiene miedo a un profesor o a un jefe, y se le pide que cierre los ojos e imagine a ese jefe o profesor y piense en que le están regañando, la persona se empieza a poner nerviosa, siente miedo y muy probablemente prefiera dejar de imaginar el evento porque le causa mucho displacer. Lo importante es el hecho de que el evento no está ocurriendo en realidad, pero la persona siente y reacciona física y emocionalmente como sí estuviera pasando. Esto es el fenómeno al que algunas personas se refieren cuando dicen que el cerebro no puede distinguir entre una vivencia real y una imaginada.
Este principio es la base de la visualización. Sucede que es posible y además increíblemente efectivo el hecho de provocar transformaciones en nuestra manera de reaccionar ante cualquier situación usando ejercicios de visualización correctamente diseñados. Es una manera garantizada de transformar nuestra personalidad.
El uso normal que se haría en el ejemplo de la persona de la que hablábamos sería justamente usar su imaginación para que aprendiera y se programara a ya no sentir miedo ni inseguridad frente a aquel jefe o profesor al cual temía. Con los ejercicios adecuados esa persona puede dejar de tener miedo y comportarse de manera muy segura y ecuánime aún si la estuviera regañando el mencionado jefe.
Las visualizaciones correctamente diseñadas y realizadas son un medio prácticamente infalible para transformar nuestras emociones, actitudes y rasgos de personalidad. Ser más seguro, más carismático o atractiva, dejar de fumar, seguir una dieta, no reaccionar violentamente, dejar de sentirse deprimido, vivir alegre, tener fuerza frente a los problemas de la vida, convertirse en alguien fuerte y decidido en los negocios, y miles de objetivos más que implican la transformación de la personalidad son alcanzados de manera efectiva y duradera a través de ejercicios de visualización.
Los ejercicios de visualización utilizan la imaginación, pero requieren de activar ciertas actitudes y ciertas zonas del cerebro de quien realiza el ejercicio para que este sea efectivo. Sentarse a imaginar que uno es más paciente y tranquilo, o que es más seguro y lleno de confianza en sí mismo no es suficiente para lograr el cambio de personalidad buscado. Cuando una persona sueña, imagina la manera en que le gustaría ser no está transformando su personalidad, en cambio cuando esa persona sigue cierta secuencia de imágenes y activa ciertas emociones y actitudes a través de un ejercicio bien diseñado sí transforma su personalidad. Una parte del ejercicio será parecida al hecho de imaginarse más tranquilo, seguro, etc., pero cuando la persona imagina estas vivencias dentro de un ejercicio de visualización, de hipnosis o de meditación, el cerebro ha sido preparado para que esas imágenes lo reprograman a niveles muy profundos e inconscientes. Por ello, los ejercicios de visualización, meditación o hipnosis sí generan cambios de la personalidad y el sencillo hecho de imaginar no.
Ninguno. Cuando un ejercicio está bien diseñado lo único que puede provocar es una mejor manera de funcionar en la vida. Provoca emociones más positivas, una personalidad más segura, mayores sensaciones de alegría y de bienestar.
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