"Esta
imagen hace referencia al período de la vida de Buda que pasó como asceta en el
bosque, aunque no alcanzó su propósito.
Sirve de
ejemplo de un comportamiento incorrecto, ya que supone un extremismo que va en
contra del camino medio. Los ayunos tan drásticos no son una actividad correcta
porque se daña uno mismo.
El ascetismo
excesivo vulneraría el modo de vida correcto del noble camino óctuple que
aparece en el sermón de Benarés."
Pues de eso
trata la reflexión de hoy, de cómo la sociedad, la política, la religión e
incluso los medios de comunicación nos manipulan para declinarnos por un
extremo u otro hasta el punto de escuchar cosas contradictorias: "Que
tomen leche tus hijos que es muy buena para el crecimiento", "Que no
tomen leche porque es muy mala para el aparato digestivo y los humanos no están
hechos para beber la leche materna de una vaca", "No comas huevos que
te sube el colesterol", "Come huevos que tienen colesterol
bueno". . .
Pongo ejemplos
alimenticios porque son quizás los más usados y viene al pelo con el caso del
Buda: "Oye, que si estas sin comer tres días a base de agua, ya verás la
lucidez que alcanza tu mente. Te sentirás más ligero y libre de cargas, además
tu cuerpo se depurará." Y entre rugido y rugido de tripas Buda lo único
que sentía era que tenía más hambre que el perro un ciego y pensaba
"Esto no puede ser sano".
Pero muchas
veces tenemos que vivir los extremos en nuestras propias carnes para saber ya
no solo lo que es correcto, si no lo que es mejor para nosotros porque lo que a
tí te puede ir bien a una persona le puede sentar fatal, que es lo que parece
no entender la medicina moderna, que cada uno es un mundo, pero como nos
guiamos por horarios, burocracia, consumismo. . . Y no solo la medicina
moderna, esto se puede aplicar a las actividades físicas, los alimentos, el
ocio, y para gustos los colores.
-"Oye,
¿Por qué no haces aerobic? Te iría genial para adelgazar."
-"Pues
mira, no lo hago porque tengo las rodillas destrozadas y no puedo dar
botes".
O
simplemente, gente que te aconseja que hagas algo y tú sencillamente no lo
quieres hacer porque no va contigo. Cuando uno hace algo de manera obligada o
pensando que si lo hace va a ser bueno para él y después no ve resultados
positivos, a la larga se terminará frustrando y se dará cuenta, como le pasó a
Buda, que todo tiene un término medio. Cada uno es libre de hacer con su vida y
su cuerpo lo que quiera pero siempre va a ver algo o alguien que te intente
dirigir por un camino u otro, ya sea porque algo esté de moda, porque al
Organización Mundial de la Salud ha dicho que eso no es sano, porque han
calificado la talla 40 como talla grande. . . Así, es como se domina las cosas,
cambiando de lugar al propio término medio, eso y también cuenta que el hombre
es un ser muy dado a seguir a la masa borreguil. ¿Qué mi vecino se ha comprado
un Mercedes?, pues yo también. ¿Que mi hermano se ha comprado un chalet? Pues
yo otro y además más grande aún, ¿Que mi amiga se inyecta botox? Pues yo no voy
a ser menos, ¿Que me he encontrado en la selva a un grupo de ascetas escuálidos
que no comen para ver si terminan levitando y llegan al Nirvana? Pues Buda dijo
"Oye, que todo tiene un límite". Tanta hambre pasó aquel hombre que terminó
muriendo de una indigestión tras una copiosa cena con sus discípulos, bueno, a
todos se nos puede ir la mano. A lo que voy es que ya que cada uno es un
mundo en sí mismo, no te sientas raro por ir a contracorriente, a lo mejor eres
uno de los pocos que saben que esa dirección hacia la que van el resto de
borregos conduce a un acantilado, pero cuando lleguen al extremo ya se darán
cuenta. . .
De todas formas es curioso como el ser humano sabe lo que le conviene escuchando al cuerpo, hasta que milagrosamente llega un punto en que deja de saberlo, mejor dicho deja de oírlo e impone sus creencias a sus sensaciones.
ResponderEliminarTambién está claro que la sensación de ser un borrego debe ser mas placentera que la de ser uno mismo para mucha gente.
Muy atinado el post
saludos.
Jajajaja, me ha encantado lo de la sensación placentera de ser un borrego. Es que nos gusta que nos den todo masticadito y hecho, sin darnos cuenta que a la larga perjudica porque no enriquece al espíritu.
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