ANTES DE EMPEZAR:
Pide a alguien que lea en voz alta la visualización. También puedes leerla, memorizar las imágenes y luego meditar en ellas.
POSTURA:
Siéntate en postura de loto, fácil o en una silla, con la espalda recta. Puedes colocar las manos sobre las rodillas en una postura cómoda.
CONCENTRACIÓN:
Ojos cerrados y dirigidos al punto del tercer ojo y escucha la voz que va a ir guiándote en la visualización.
RESPIRACIÓN:
Respira larga y profundamente por la nariz.
VISUALIZACIÓN:
Imagina que estás en la cima de una montaña mirando hacia abajo, a la ciudad o pueblo donde vives. Entiende que lo que estás viendo está dentro de ti. Imagina lo que puede contener tu mente. Ahora sube en el aire hasta que puedas ver todo el continente. A continuación, ve más allá y observa el planeta entero. Entiende que el planeta está dentro de tu cabeza. Expándete y mira el sistema solar, y después el universo entero. . . pero sigues estando en tu cuerpo. Siente toda la energía que fluye a través de él. Expande el “Yo” pequeño al gran “Yo”. Mira más allá del tiempo e intenta abarcar el infinito. Expande tu ser ilimitado y en esa expansión, observa la luz de la pureza. Es una luz simple y suave que brilla. Ahora imagina que esta luz pura, brillante y hermosa, mora en el centro de tu cabeza. Concéntrate en ella, ahí es donde está la glándula pineal, es la joya más hermosa que Dios ha puesto ahí. Ve solo luz, una luz azul, sutil, cálida, pura. . . Esta en tu cabeza pero es más grande que el cosmos. Conviértete en esta luz. Entiende el yo soy, yo soy.
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