miércoles, 9 de octubre de 2013

Serie para el cuello, los hombros y el torso


1) Siéntate en postura fácil. Di "Saa" y estira los brazos hacia el frente con las palmas viendo hacia fuera (a través de todo el ejercicio las palmas quedarán viendo hacia fuera). Di "Taa" y jala los brazos desde esta posición hacia los lados. Di "Naa", jalando los brazos hacia atrás, extendiéndolos lo más hacia atrás posible y sin doblarlos. Di "Maa" y regresa los brazos a los lados. Finalmente regresa al frente. Es un ejercicio en 4 pasos con el mantra "Saa-Taa- Naa-Maa". Continúa por 3 minutos. 
Este ejercicio trabaja en los músculos del brazo superior. 






2) Aún en postura fácil, alternando los brazos, alcanza el brazo hacia arriba y tira hacia abajo con fuerza como si estuvieras sonando unas campanas. Mientras los brazos bajan, las manos están empuñadas. Al subir estira los dedos como si fueras a tomar la cuerda de la campana. Los brazos se mueven paralelamente. Inhala al subir de cada mano y exhala al bajar de los brazos. 
Continúa durante 30 minutos. 




3) Repite el ejercicio 1 durante 2 minutos.

4) En postura fácil con la espalda recta, pon los brazos a los lados, apoyando los puños sobre el suelo. Empieza a girar el cuerpo de lado a lado sin mover la cabeza. Inhala a la izquierda, exhala a la derecha. Después de 3 minutos comienza a cantar "Jom Dom Jar Jar". Cada sílaba corresponde a un giro. Continúa cantando con ritmo durante 30 segundos más. Este ejercicio rompe los depósitos de calcio y ajusta la caja torácica al igual que las vértebras inferiores del cuello. 


5) En postura fácil, extiende los brazos a los lados, 30 grados debajo de los hombros, con las palmas viendo hacia arriba. Sube los brazos arriba de la cabeza y luego bájalos a la posición original, moviendo rápidamente los brazos. Las palmas no llegan a tocarse cuando suben, ni las manos tocan el suelo al bajar. Continúa durante 3 minutos. 
Este ejercicio refuerza el sistema nervioso y rompe los depósitos de 
calcio. 



6) En postura fácil, pon las manos sobre las rodillas. Inclina la cabeza hacia atrás y comienza a girarla en medio círculo, primero hacia un hombro y luego hacia 
el otro. Estira tu cuello. Continúa durante 2 minutos. 
Este ejercicio rompe los depósitos de calcio en el cuello. 

Kriya para conservar el Cuerpo hermoso

1) Siéntate en postura fácil con la espina derecha. Respira larga y profundamente por la nariz. Concéntrate en el flujo de la vida que te es dado en cada respiración. Continúa durante 3 minutos. Inhala y sostén la respiración unos segundos. Exhala y relaja.


2) Postura de Rana modificada: las puntas de los pies están sobre el piso con los talones juntos y sin tocar el suelo. Las manos tocan el piso entre las piernas, la espina está derecha y las rodillas están separadas lo más posible. Presiona en el hueco de la base del cuello de la barbilla, sin bajar la mirada. Inhala profundamente y estira las piernas, alzando la cadera y bajando la cabeza hacia el pecho. Exhala y regresa a la postura inicial. Repite de 2 a 10 ranas. En la décima, quédate abajo y toma 3 respiraciones profundas. En cada exhalación retén afuera el aire y aplica Mul Bhand de 10 a 20 segundos. Repite todo el ejercicio una vez más.



 FRENTE
PERFIL

3) Sentado con las piernas estiradas hacia el frente: toma los dedos de los pies con las manos y relájate en esta postura durante 3 minutos.


El cuerpo es un templo de expresión y evolución humano. Los medios de comunicación y las amistades nos dicen que el cuerpo tiene muchas enfermedades, se desgasta y es muy frágil. Pero no es cierto. El cuerpo es sensible y se autorepara. Yogui Bhajan dijo:

"Este cuerpo hermoso no se lo puede comer nada menos tu propio ego. Dios no te mata. No hay muerte, sólo la de tu ego y la de tu negatividad. Eso reduce el voltaje de tu fuerza vital y de tu campo circunvolvente, te debilitas y la muerte empieza a acercarse. Este cuerpo es hermoso, fue creado por la imaginación especial del Creador. 

Nuestros propios hábitos de posesión, constricción, enfado, tensión y apego crean los patrones energéticos dentro del cuerpo que deforman el flujo natural de la energía vital. Esto abre la puerta a la enfermedad mental y corporal. Después de todo, nosotros también somos creadores y tenemos la habilidad de crear el ambiente en que vivimos. Creamos nuestro cuerpo con cada pensamiento, actividad y alimento. Necesitamos limpiar el cuerpo y reajustar el flujo de energía periódicamente porque somos producto de nuestros hábitos y somos muy pocos los que actuamos sin ego.

Esta kriya tienen una variación de la postura de la rana y es muy potente. Tienes que mantener la barbilla hacia dentro. Esto ajusta la energía sexual y equilibra el Prana y el Apana, es buena para la digestión y lleva la circulación a la cabeza. Si se hace con respiraciones potentes, rápidamente te hace sudar.

La gente busca la experiencia de Dios, la experiencia de la libertad, energía y consciencia. Si nos purificamos, entonces Dios se nos revelaría y moriría en nosotros. La energía infinita es el dador en toda situación, lo reconocemos a través del acto de limpiar, cuidar y usar lo que ya se nos ha dado.

Yogui Bhajan.

Kriya para el lóbulo frontal del cerebro

1) Siéntate en postura fácil con las manos sobre las rodillas.
    El pecho está hacia fuera y los hombros estirado hacia atrás. 
    Mantén esta postura y comienza a mover la cabeza haciendo que 
    vibre la cara rápidamente. Trata de mover solo la frente. La 
    respiración se ajusta sola.
    Tiempo: De 8 a 9 minutos.
    Este ejercicio se llama Mastak Subhaee. Cambia y renueva la 
    materia gris del cerebro.



2) En la misma postura, empieza a hacer giros con la cabeza, de           lado a lado en forma de "infinito"  . La barbilla baja 
    hacia el centro del pecho dos veces en cada círculo. Debe     
    hacerse de manera poderosa y moviendo la cabeza     
    uniformemente. 
    Tiempo: 3 minutos. Después inhala y mantente quit@ durante 30 
    segundos.
    Este ejercicio se llama "Kriya del Infinito". Es muy poderoso y 
   debe hacerse cuidadosa y conscientemente. Equilibra el oído 
   medio, esto hace que los pensamientos sean claros y conscientes.



3) En postura fácil, estira los brazos hacia fuera con las manos en 
    puño. Inhala y lleva los puños hacia los hombros flexionando los 
    bíceps. Exhala y regresa a la postura original. 
    Tiempo: 9 minutos.




4) Aún en postura fácil, estira los brazos al frente y arriba a un 
    ángulo de 45º con las palmas mirando hacia abajo. En esta 
    postura haz que vibre la cabeza lo más rápido posible de lado a 
    lado. 
    Tiempo: 1 minuto.
    Inhala y relájate. 




martes, 8 de octubre de 2013

El Gankyil o Trikaya

El Gankyil o “rueda de la bienaventuranza”, logotipo de Trikaya,  es un símbolo que representa la unidad e indivisibilidad de todas las enseñanzas relativas al Dharma y a su propagación, y que hace referencia a la energía primordial universal, realizada interiormente tras la purificación absoluta de la mente y tras la transmutación de ésta en pura claridad.
Así pues las tres secciones que conforman el Gankyil se identifican con los tres cuerpos de Buda (Trikaya), expresados a través del cuerpo, la palabra o la mente, ejes de la “rueda de la bienaventuranza”, que finalmente, tras la comprensión de la vacuidad, se funden en uno con el proceso de la iluminación.
De esta forma, estos tres elementos se vincula con los tres aspectos manifiestos de la energía primordial: el aspecto de la expresión externa e individual de esta energía como el universo aparente (Nirmanakaya), el aspecto de la materialidad del pensamiento (Sambhogakaya) y el aspecto de la infinitud y de lo sin forma (Dharmakaya). Por consiguiente, el Gankyil encarna el secreto místico de la resolución definitiva de la dualidad mental y por tanto de la multiplicidad subyacente en la unidad primordial.


El Todo y el Nada

Todo el mundo critica el ser extremista, el todo o nada, pero muchas veces ocurre que estas expresiones pueden proceder de personas que en el fondo son un extremo en sí mismas.
Algunos, por no decir la mayoría, quieren comportarse y acatar las normas del grupo al que pertenecen para luego no ser tachados de transgresores y así ser aceptados por su comunidad. 
El problema está cuando esa comunidad es "extremista" (eso no quiere decir que sea peligrosa, ni mucho menos), y quiere hacer una sola imagen con cada uno de los miembros. Que todos vistan igual, lleven el mismo peinado, hablen del mismo modo, digan y piensen las mismas cosas, y entonces ocurre que se crea un grupo tremendamente aburrido en el que uno tiene que ceñirse a unos cánones y reglas.
Cuando alguien dentro del grupo se muestra tal y como es sin esconder las características que le hacen único, entonces empiezan las críticas hacia él: "Esta persona no entiende nuestro pensamiento", "Está en nuestro grupo porque está de moda", "En lugar de vestir de este color viste de tal otro", y un largo etc.
Si lo primordial es el respeto, hay que empezar respetando a los demás el hecho de que sean como ellos quieran ser. A eso se le llama convivencia. Yo te respeto como tú eres y tú me respetas como yo soy sin dañarnos el uno al otro, sin pensar que uno es superior y el otro inferior. A esto se le llama igualdad.
La sociedad tendría que ser más equilibrada y saber cuándo tiene que posicionarse en un término medio en sus decisiones, actos, expresiones, etc. Pero en un mundo tan dual como en el que vivimos esto resulta muy difícil. "O blanco o negro, ¿Qué quieres?" No te dan la opción de elegir el gris, y si te sales por la tangente y dices que "El gris", en seguida hacen lo que sea para apartarte porque ya no eres bueno, no eres de los suyos, eres malo porque no te posicionas, y tú simplemente lo que quieres es ser fiel a ti mismo.
La vida está para ser feliz, y siempre estamos obligados a tomar decisiones, decisiones que nos han de gustar y que no tienen que ser miradas con lupa por el resto de la gente. Mientras uno sea feliz tal y como es, en su centro, en su equilibrio, el todo y el nada deberían mezclarse y convertirse en "algo". Todo, algo, nada. . .

martes, 1 de octubre de 2013

Los Diez Estado Budistas

Uno de los temas principales expuestos en el budismo es el del estado de vida interior del ser humano. El propósito de la práctica budista es el fortalecimiento espiritual de la persona, para que esta pueda resistir a las circunstancias más negativas y difíciles y transformarlas en algo positivo.
Tras estudiar el Sutra del loto, el gran maestro T'ien-t'ai de la China (538-597) estableció la doctrina de los diez estados –también denominados diez mundos o diez reinos—, la cual consiste en un sistema de clasificación de la experiencia humana en diez categorías. Los diez estados son, desde el más bajo hasta el más elevado: 1) el estado de infierno, 2) el de las entidades hambrientas, 3) el de los animales, 4) el de los asuras, 5) el de los seres humanos, 6) el de los seres celestiales, 7) el de los que escuchan la voz, 8) el de los que toman conciencia de la causa, 9) el de losbodhisattvas y 10) el de los budas.
Los diez estados también son conocidos como: infierno, hambre, animalidad, ira, tranquilidad o humanidad, éxtasis, aprendizaje, comprensión intuitiva,bodhisattva y budeidad.
En las antiguas escrituras budistas, los diez estados fueron, originalmente, considerados lugares físicos distintos, cada uno con sus habitantes distintos; sin embargo, el Sutra del loto enseña que cada uno de los estados contiene a los diez en sí mismo, lo cual permite interpretarlos como condiciones de vida cuyo potencial existe en forma inherente en cada individuo.
Nichiren desarrolló la doctrina de los diez estados de T'ien-t'ai poniendo énfasis en la naturaleza subjetiva de la condición humana. Nichiren expresa dicha perspectiva en las siguientes palabras: "Con respecto a la pregunta de en dónde quedan, exactamente, el Infierno y el Buda, un sutra afirma que el Infierno existe bajo tierra, y otro sutra sostiene que el Buda se halla en el Oeste. Pero un examen más cuidadoso revela que ambos existen en nuestro cuerpo de un metro setenta de altura. Y pienso que es así, porque el Infierno se encuentra en nosotros, en el corazón del hombre…".
El estado de vida del infierno es una condición de extremo sufrimiento mental y físico, caracterizado por un furioso impulso de autodestrucción; el de las entidades hambrientas, por la insatisfacción y el dominio de los apegos; el de los animales, por el miedo al fuerte y el abuso del débil; el de los asuras, por el deseo de ostentar superioridad o dominar a otros, pretendiendo benignidad y sabiduría. Estas condiciones son denominas los Cuatro Malos Caminos debido a que son estados de sufrimiento que el ser humano debe sobrellevar a causa de su karma adverso.
En adición, el estado de los seres humanos es una condición caracterizada por la tranquilidad, la calma, el raciocinio y el juicio; sin embargo, se trata de un estado que se deja influenciar por las condiciones negativas de los estados más bajos. Asimismo, el estado de los seres celestiales, caracterizado por la satisfacción y la alegría de haberse librado del sufrimiento. Estas condiciones son agrupadas con los anteriores estados y son denominadas los Seis Caminos o los Seis Caminos de la existencia, por el hecho de que son mundos en los cuales transmigran los seres no iluminados. Las entidades de este grupo de estados son afectadas por cuestiones externas y carecen de autonomía y libertad.
Luego, se encuentran los Cuatro Estados Nobles, los más elevados de los diez estados de la vida, conformados por el estado de los que escuchan la voz, el de los que toman conciencia de la causa, el de los que toman conciencia de la causa, el de los bodhisattvas y el de los budas. Son cuatro estados en los cuales la persona se esfuerza por establecer su independencia y trascender la incertidumbre de los seis caminos, o seis estados más bajos, controlados por los deseos mundanos y gobernados por un entorno sujeto al cambio incesante. Y, a la vez, el sujeto actúa con integridad y misericordia, y disfruta de libertad.
Las personas del estado de aprendizaje aspiran lograr la iluminación. Las del estado de comprensión intuitiva se caracterizan por su capacidad de comprender la verdadera naturaleza de todos los fenómenos. Estas condiciones son denominadas también los Dos Vehículos, los cuales se refieren a las enseñanzas expuestas para los que escuchan la voz y para los que toman conciencia de la causa. Los sujetos de estos dos estados son fácilmente absorbidos por su propio mundo, y caen en el egoísmo o la autocomplacencia.
El sujeto del estado de bodhisattva se caracteriza por aspirar a lograr la budeidad y realizar prácticas altruistas para alcanzar esta meta. Asimismo, se destaca por su amor compasivo, y la decisión de posponer su propio ingreso en el nirvana para guiar a otros a la iluminación.
El estado de budeidad es también conocido como el estado de iluminación, y consiste en el supremo estado de vida que postula el budismo; se caracteriza por la sabiduría y el amor compasivo sin límites. En esta condición, el ser humano toma conciencia de la verdad eterna y fundamental que constituye la realidad de todas las cosas, por lo que el logro de dicho estado es la meta de la práctica budista. El potencial de despertar a la sabiduría de la budeidad existe de manera paralela con el estado de infierno, hambre o animalidad. La budeidad, así como los demás estados, no está separada de los otros nueve reinos. Si, por ejemplo, la ira es motivada por la compasión de la budeidad o delbodhisattva, esta se convierte en una fuerza para combatir la injusticia y cambiar la sociedad.
La entonación del Nam-myoho-renge-kyo, que se efectúa como parte de la práctica budista expuesta por Nichiren, permite a las personas hacer que surja en ellas el estado de vida de la budeidad que les permite crear valor duradero en el curso de su transición por los diez estados.
[Nota: Adaptación de un artículo publicado en la revista SGI Quarterly, octubre 1999.]

No vemos las cosas tal como son, sino tal como somos

Un hombre visitó una tierra lejana y compró un espejo, objeto que era absolutamente desconocido para él. Le había llamado la atención, porque cada vez que lo miraba le parecía ver en su interior la cara de su padre fallecido, así que lo guardó en un cofre y se lo llevó a su país.
De vuelta en su casa, cuando se sentía triste o preocupado, subía al desván, abría el cofre y se asomaba en él para ver la cara de su padre, que, aunque triste y preocupada también, le transmitía confianza y ánimo.
Su mujer, extrañada por aquella conducta, decidió un día que estaba sola subir al desván y abrir el cofre. Para su sorpresa, vio en su interior la cara de una mujer que la miraba con curiosidad.
Cuando regresó el marido, ambos discutieron amargamente.
-¡Hombre vil, me engañas con esta mujer! – clamaba ella mirando dentro del cofre.
-¡Estás loca! ¿No ves que es mi padre? – respondía él asomándose también al espejo.
-¿Crees que soy ciega? ¡Yo veo claramente una mujer! – contestaba ella de nuevo.
Como la discusión crecía, decidieron que alguien justo y sabio arbitrara en la disputa.
Para ello eligieron al sacerdote de la comunidad. Después de un minucioso examen del asunto, aquel hombre ecuánime miró al espejo dentro del cofre y declaró:
-Ni aquí está tu padre, ni tampoco hay ninguna mujer ¡claramente lo que hay es un sacerdote!

La dificultad de aprender verdaderamente

En cierta ocasión, un hombre de gran erudición, fue a visitar a un anciano que estaba considerado como un sabio. Llevaba la intención de declararse discípulo suyo y aprender de su conocimiento. Cuando llegó a su presencia, manifestó sus pretensiones pero no pudo evitar el dejar constancia de su condición de erudito, opinando y sentenciando sobre cualquier tema a la menor ocasión que tenía oportunidad. En un momento de la visita, el sabio lo invitó a tomar una taza de té. El erudito aceptó, aprovechando para hacer un breve discurso sobre los beneficios del té, sus distintas clases, métodos de cultivo y producción. Cuando la humeante tetera llegó a la mesa, el sabio empezó a servir el té sobre la taza de su invitado. Inmediatamente, la taza comenzó a rebosar, pero el sabio continuaba vertiendo té impasiblemente, derramándose ya el líquido sobre el suelo.
-¿Qué haces insensato? – clamó el erudito -. ¿No ves que la taza ya está llena?
-Ilustro esta situación – contestó el sabio -. Tú, al igual que la taza, estás ya lleno de tus propias creencias y opiniones. ¿De qué te serviría que yo tratara de enseñarte nada?

A cada uno su respuesta

Un joven discípulo solicitó al Maestro iluminando el asistir en silencio a las entrevistas que éste concedía a aquellas personas que iban en busca de su consejo y sabiduría.
La primera visita fue la de un hombre que preguntó:
- Maestro, ¿Dios existe?
- Sí – fue la lacónica respuesta.
En la segunda visita una mujer también preguntó:
-Señor, ¿Dios existe?
- No – fue en esta oportunidad la contestación.
En una tercera visita un joven interrogó:
- Iluminado, ¿Dios existe?
En esta ocasión, el Maestro guardó silencio, y el joven se marchó sin una respuesta a la pregunta formulada.
El discípulo, desconcertado por la extraña conducta del Maestro, no pudo por menos que preguntarle:
- Señor, ¿cómo puede ser que a tres preguntas iguales hayas respondido de modo diferente cada vez?
- Lo primero que has de saber – contestó el Maestro – es que cada contestación va dirigida a la persona que pregunta y por tanto no es para ti ni tampoco para nadie más. Y lo segundo es que he respondido de acuerdo con la realidad y no con las apariencias. En el primer caso se trataba de un hombre en el que mora la divinidad pero que ahora vive un momento de oscuridad y duda, por eso he querido apoyarlo. El segundo caso se trataba de una mujer beata apegada a las formas externas de la religión que ha descuidado a su familia por atender el templo, y por ese motivo es bueno que aprenda a encontrar a Dios entre los suyos. El tercer caso se trataba sólo de alguien que ha venido a verme por curiosidad y sencillamente ha improvisado esa pregunta como podía haber hecho cualquier otra.