domingo, 2 de enero de 2011

EL YOGA ES UNO

(Extracto del libro “El árbol del Yoga” de B.K.S. IYENGAR)
Yoga significa unión. La unión del alma individual con el Espíritu Universal es yoga. Esta noción es, sin embargo, demasiado abstracta para ser entendida fácilmente, así que para nuestro nivel de comprensión suelo decir que yoga es la unión del cuerpo con la mente y de la mente con el alma.
El noventa por ciento de nosotros sufre de un modo u otro, física, mental o espiritualmente. La ciencia del yoga nos ayuda a mantener el cuerpo como un templo a fin de que este se torne tan limpio como el alma. El cuerpo es perezoso, la mente vibrante y el alma luminosa. Las prácticas yóguicas desarrollan el cuerpo hasta el nivel vibrante de la mente para que así, cuerpo y mente, habiéndose vuelto ambos vibrantes, se vean atraídos hacia la luz del alma.
Filósofos, santos y sabios nos dicen que son varias las sendas por las que podemos alcanzar el objetivo último, la visión del alma.
La ciencia de la mente se llama Raja Yoga, la ciencia de la inteligencia es jñana yoga, la ciencia del deber es karma yoga y la ciencia de la voluntad es Hatha Yoga. Para los autores de los textos antiguos estos nombres eran como las teclas de un teclado. El teclado posee muchas teclas, pero la música es una. Del mismo modo son muchas las palabras mediante las cuales los individuos expresan su modo particular de enfocar el yoga y las sendas particulares por las que alcanzar la culminación de su arte; sin embargo, el yoga es uno, al igual que dios es uno, aunque en diferentes países la gente lo llame con distintos nombres.
Quienes abordan el yoga intelectualmente afirman que el raja yoga es espiritual y el hatha yoga meramente físico. Se trata de un grave error. Así como todas las sendas conducen a la fuente, también el hatha yoga nos conduce hacia la visión del alma. ¿Cuántos de aquellos que establecen esta distinción entre hata yoga y raja yoga han realizado un estudio en profundidad del Hata Yoga Pradipika o de otros textos antiguos sobre hatha yoga? ¿Cuántos han leído en profundidad Los Yoga Sutras de Patanjali, que son la fuente principal del Raja yoga? ¿Saben ellos acaso que el último capítulo del Hatha Yoga Pradipika se llama Samadhi Pada, y que habla del estado de samadhi o unión con el Espíritu Supremo? ¿Y cuál es la culminación del raya yoga? También Samadhi. ¿Dónde está pues la distinción entre ambos?
Basta con abordar psicológicamente en lugar de fisiológicamente, el término “hatha” para aprender más acerca de si el hatha yoga es físico o espiritual. “Ha” significa sol, el sol de nuestro cuerpo, es decir, nuestra alma; y “tha” significa luna, la cual es nuestra consciencia. La energía del sol nunca languidece, mientras que la luna mengua cada mes y de nuevo pasa de estar apagada, a la plenitud. Así pues, el sol, en cada uno de nosotros, que es nuestra alma, nunca se apaga, mientras que la mente o consciencia, que toma su energía del alma, experimenta fluctuaciones, modulaciones, humores y altibajos, como las fases de la luna. La mente es como el mercurio. Y así como el mercurio no puede asirse con la mano, tampoco nosotros podemos asir la mente fácilmente. No obstante, cuando logramos hacer que se reúnan consciencia y cuerpo, la energía de aquella se aquieta, y cuando la energía de la conciencia se aquieta, también la consciencia se aquieta y el alma impregna el cuerpo entero.
El Hatha Yoga Pradipika dice que yoga es “Prana vritti nirodha”: aquietar las fluctuaciones de la respiración. Los Yoga Sutras de Patanjali dicen que Yoga es “Chita vritti nirodha”: aquietar las fluctuaciones de la mente. La mente puede ir en muchas direcciones en un instante. Sus movimientos son múltiples y muy rápidos. La respiración, sin embargo, no puede ir en muchas direcciones a la vez. Solo tiene un recorrido: inspiración y espiración. Puede, sí, detenerse un momento, en estado de retención, mas no puede multiplicarse como la mente. Según el Hatha Yoga Pradipika, el control de la respiración y la observación de su ritmo llevan la consciencia a la quietud. Así, aunque el Hatha Yoga Pradipika comience con el control del prana, la respiración o energía, y los Yoga Sutras de Patanjali comiencen con el control de la consciencia, ambos se encuentran en un cierto punto, no existiendo en el fondo diferencia alguna entre ellos. Al controlar la respiración estamos controlando la consciencia, y al controlar la consciencia aportamos ritmo a la respiración.
Como el alcanfor al unirse a la llama, la mente resulta absorbida por la llama del alma. Esa es la culminación del Hatha Yoga. El texto nos dice que la unión de la mente con el alma es Hatha Yoga. Raja Yoga también es la unión de la mente con el alma, de modo que no existe diferencia alguna entre ambos. El yoga es uno.
Practicar yoga por lo tanto es unir el cuerpo con la mente. Para la persona cultivada es también unir la mente con la inteligencia, y para la persona aún más cultivada es unir el cuerpo, la mente y la inteligencia con lo profundo del alma.
El yoga se divide tradicionalmente en ocho miembros o aspectos, denominados: Yama, Niyama, Asana, Pranayama, Pratyahara, Dharana, Dhyana y Samadhi. Cuando no estamos familiarizados con estos términos, esta larga lista puede resultar un tanto desalentadora al principio. En el curso de este libro, nos familiarizaremos poco a poco con dichos conceptos y las palabras sánscritas dejarán paulatinamente de constituir una barrera para la comprensión.
Se puede considerar así mismo que el yoga presenta tres niveles:
Externo, interno o profundo, o físico, mental y espiritual. De ese modo, los ocho miembros del yoga, pueden dividirse en tres grupos. Yama y Niyama constituyen las disciplinas éticas, sociales e individuales; Asana, Pranaya y Pratyahara conducen a la evolución del individuo, a la comprensión del sí-mismo; Dharana, Dhyana y Samadhi son los efectos del yoga que proporcionan la experiencia de la visión del alma, si bien no forman parte, como tales, de la práctica del yoga.
Aunque a menudo se considera en Occidente que el yoga es puramente físico, se trata también de una materia físico-psicológica y psico-espiritual. Es una ciencia que libera nuestra mente de la esclavitud del cuerpo y la conduce hacia el alma. Cuando la mente alcanza al alma y se funde con ella, el alma se ve liberada, permaneciendo a partir de ese momento en paz y beatitud. Si se encierra un pájaro en una jaula, este no tiene posibilidad alguna de movimiento. En el momento en que abrimos la jaula, el pájaro alza el vuelo y recobra su libertad.
El hombre alcanza la mima libertad cuando la mente se ve descargada de la esclavitud del cuerpo y viene a descansar en el seno del alma.
El primer nivel del yoga consiste en lo que podríamos llamar obligaciones y prohibiciones. Niyama nos dice lo que debemos hacer por el bien del individuo y de la sociedad, y Yama nos dice lo que debemos evitar hacer, pues resultaría nocivo para el individuo y para la sociedad. Se trata de disciplinas éticas que han existido dentro del género humano en todos los lugares desde tiempo inmemorial. Yama y Niyama pertenecen a la tradición de las civilizaciones, ya sea de Oriente o de Occidente, del norte o del sur.
Una vez acatados estos preceptos tradicionales, u obligaciones y prohibiciones, trabajamos entonces para el desarrollo individual a través de la interpretación de cuerpo y mente y de mente y alma. Este segundo nivel del yoga es sadhana o práctica y comprende asana, pranayama y pratyahara. Asana es la práctica de diferentes posturas del cuerpo. Pranayama es la ciencia de la respiración. Pratyahara es bien el silenciamiento de los sentidos y su mantenimiento pasivo en la posición que les corresponde, bien la retirada de los sentidos hacia el interior a fin de que puedan residir en el núcleo del ser.
El tercer estrato del yoga es descrito por Patanjali en los Yoga Sutras como el tesoro del yoga. Es el efecto o el fruto de sadhana y consiste en dharana, dhyana y samadhi. Dharana es concentración o atención completa. Dhyana es meditación. Samadhi es la culminación del yoga: un estado de bienaventuranza y unión con el Espíritu Universal. Cuando cuidamos del crecimiento de un árbol, llegado el momento este hecha flores, produciendo luego su culminación natural, que es el fruto. De igual modo, la práctica del yoga ha de culminar más pronto o más tarde con la fragancia espiritual de la libertad y la beatitud. Al igual que la esencia del árbol se haya contenía en el fruto, así también la esencia de nuestra práctica está contenida en su fruto de libertad, equilibrio, paz y beatitud.

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